Madrid, 5 de octubre de 2021 (IVICON); Bajo el lema “Concédenos hacer lo que sabemos que quieres”, tomado de la Carta de san Francisco a toda la Orden, el pasado día 25 de septiembre concluía en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe (Guadalupe, Cáceres) el II capítulo de la Provincia de la Inmaculada Concepción, de la Orden franciscana.
Nacida en el convento madrileño de San Francisco el Grande el 1 de enero de 2015 de la fusión de seis entidades, la nueva Provincia franciscana ha celebrado su segundo capítulo electivo, aplazado en tres ocasiones a causa de la pandemia, y al que invitaron a una representación de las monjas contemplativas a las que asisten y junto a quienes comparten inspiración carismática, otra mujer laica del franciscanismo secular (OFS), un profesor laico del Equipo de Titularidad de sus catorce colegios y otra mujer, que dio voz a los grupos juveniles franciscanos.
Durante la semana del 20 al 25 de septiembre, el Capítulo trató importantes asuntos para encarar la revitalización de la forma de vida y misión de los frailes, la reestructuración de sus organismos y los cuarenta y ocho conventos actuales, lo mismo que el cuidado de los hermanos mayores y enfermos.
Provenientes de distintos lugares de España —esta Provincia religiosa ocupa gran parte del territorio nacional, desde Cataluña a las islas Canarias—, los 48 frailes capitulares han elegido también a sus autoridades y consejeros; responsabilidad y servicio que recayó en los siguientes hermanos: fray Joaquín Zurera Ribó (Martos, Jaén, 1964), ministro provincial; fray Saturnio Vidal Abellán (Ribera de Molina, Murcia, 1952), vicario provincial; y los definidores o consejeros provinciales: fray Jesús Hernández Martín (La Alberca, Murcia, 1964), fray Alberto T. Ramos Romero (Morón, Sevilla, 1967); fray Manuel Díaz Buiza (Villafranca de los Barros, Badajoz, 1967); fray Juan José Rodríguez Mejías (Ronda, Málaga, 1970) y fray Pedro Botía Nogueiras (Madrid, 1974).
Con la seguridad del deber cumplido sin sobresaltos de pandemia y la confianza puesta en el Señor que los llamó a sembrar la tierra de evangelio, los capitulares y el resto de los casi trescientos frailes que componen la Provincia emprenden ahora una nueva etapa, cargada de ilusión y realismo, expectativas y trabajos para poner en práctica lo que saben que agrada a Dios, necesita la Iglesia en España y piden las gentes con quienes caminan.