La huella del pontificado en la misión en el mundo

Durante más de una década de pontificado, el papa Francisco ha dejado una huella profunda en la forma en que la Iglesia Católica entiende y lleva a cabo su misión en el mundo. Desde el inicio de su papado en 2013, Francisco ha impulsado una renovación misionera centrada en la cercanía, la misericordia y la cooperación global, especialmente con las iglesias locales de los territorios más desfavorecidos.

Uno de los pilares de esta transformación ha sido la reforma de las estructuras misioneras, destacando la creación del Dicasterio para la Evangelización, que en 2022 absorbió la antigua Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Este nuevo organismo no solo reorganiza el trabajo misionero, sino que lo orienta hacia una cooperación más sinodal y descentralizada, en consonancia con su visión de una «Iglesia en salida«.

Cultura de paz y fraternidad

Otro avance significativo ha sido la prioridad dada a la justicia social y al diálogo interreligioso como dimensiones inseparables de la misión. Documentos como Evangelii Gaudium y Fratelli Tutti han subrayado que la proclamación del Evangelio debe ir acompañada del compromiso concreto por los pobres, los migrantes y el cuidado de la casa común. Además, Francisco ha promovido activamente la cooperación con otras religiones para construir una cultura de paz y fraternidad, como lo demuestra la histórica firma del Documento sobre la Fraternidad Humana en Abu Dabi, junto al Gran Imán de Al-Azhar.

El apoyo del Vaticano a proyectos educativos, sanitarios y sociales en zonas de conflicto o pobreza ha crecido, a menudo en colaboración con congregaciones religiosas, ONGs católicas y organizaciones internacionales. Esta cooperación multilateral ha permitido sostener la misión en regiones como Sudán del Sur, Siria y la Amazonía, incluso en contextos de alta dificultad.

Misión como bombona de oxígeno para la vida cristiana

Mónica Marco OP, responsable del Área de Misión y Cooperación de la CONFER, destaca del pontificado de Francisco el término misión como una bombona de oxígeno para la vida cristiana. “Nos recuerda que somos corresponsables y que la misión no se improvisa: hace falta animar, informar y formar el espíritu misionero, sabiendo que no es obra nuestra sino de Dios”.

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