El papa Francisco ha fallecido este lunes a las 7.35 horas en Roma a los 88 años, tras casi doce de pontificado. El cardenal camarlengo Kevin Farrell ha comunicado con estas palabras el fallecimiento:
«Queridos hermanos y hermanas, con profundo pesar debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre», ha anunciado el camarlengo a primera hora de la mañana. «(El Papa) dedicó toda su vida al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente a favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo como verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino», ha zanjado Farrel.
El Pontífice ha fallecido en Roma tras la bendición de este Domingo del Urbi et Orbi. Desde este mismo momento, cesan todos los altos cargos de la Santa Sede y esta queda en manos del cardenal camarlengo, el irlandés Kevin Farrell, que ejercerá sus funciones hasta que sea elegido un nuevo Pontífice. También hasta ese momento se interrumpen las conmemoraciones por el Jubileo 2025.
Comunicado de la presidencia de la CONFER
Esta mañana hemos conocido el fallecimiento del papa Francisco. Ayer, día de Pascua, nos dio su última bendición Urbi et Orbe desde la Plaza de San Pedro en el Vaticano. Nos dejó, al mismo tiempo, su último mensaje. Damos gracias a Dios por su vida y por su ministerio petrino a lo largo de estos últimos doce años.
La vida consagrada siempre se ha visto muy acompañada por su ministerio. Lo hemos sentido muy cercano a todas las Ordenes y Congregaciones. Nos instruyó con su palabra. Ha supuesto para nosotros una persona de luz a la hora de afrontar los desafíos que en la actualidad tienen nuestros carismas e instituciones.
Su paso por la silla de Pedro ha marcado un antes y un después en las necesarias reformas de la Iglesia que ha emprendido. Ha contado, para ellas, con el apoyo de la vida religiosa. Su confianza en ella nos ha ayudado a ser más fieles a la vocación que hemos profesado, a dar lo mejor de nuestra sabiduría, a construir la comunión con toda la Iglesia. Francisco nos ha ayudado, con sus indicaciones y consejos, a recuperar la fuerza y el dinamismo de nuestra vocación en el seno de la Iglesia.
Su compromiso con la paz del mundo, con los migrantes, con los más descartados de la sociedad deja huella en nuestros corazones para siempre. Ha sido una palabra de autoridad para todos los mandatarios del mundo. No ha tenido reparos en expresar bien alto la defensa de los derechos de las personas, el necesario reparto más equitativo de la riqueza y el respeto a la dignidad de las personas independientemente de su condición y lugar.
Nos quedan las palabras de su último mensaje al mundo: “¡No más estruendos de armas! Estas son las ‘armas’ de la Paz: las que construyen el futuro, en lugar de sembrar la muerte”.
Gracias papa Francisco. Descansa en paz para siempre.