Verano, tiempo de gracia

Verano, tiempo de gracia

Hemos iniciado ya el periodo estival. Unas semanas para el merecido descanso y para realizar aquello que durante el curso no hemos podido llevar a cabo del todo. El tiempo vacacional nos ofrece la posibilidad de disfrutar con mayor dedicación de las personas más allegadas en lo familiar y personal. También nos permite realizar otras actividades de forma sosegada y tranquila. Más horas para la lectura personal que siempre nos alimenta; para la oración reposada y tranquila; para el conocimiento de otros lugares, bien sea en el contacto con la naturaleza o en la relación con otros contextos culturales de vida.

Tiempo para volver a lo fundamental

No pocos religiosos y religiosas aprovechan estos días de julio y agosto para vivir de forma comunitaria o personal unos días de retiro espiritual. Son días necesarios para retomar fuerzas, volver a lo fundamental y renovar el alimento que nos sostiene. Algunas congregaciones celebran sus capítulos generales o provinciales con nuevos impulsos para su vida y misión. Muchos participan en cursos y encuentros de formación permanente. Otros de nuestros hermanos y hermanas seguirán en sus lugares habituales, para atender las necesidades comunitarias y de misión que se requieran. Muestran de esta forma una gran nobleza de solidaridad fraterna y sororal.

El periodo estival también es un tiempo de gracia que se nos ofrece. Se nos brinda la oportunidad de encontrarnos de nuevo con nosotros mismos, de serenar las emociones que las inevitables tensiones del curso hayan podido remover y convulsionar; pero también se nos devuelve la capacidad que tenemos para ordenar mejor nuestras ideas y pensamientos. Sabemos que un espíritu, emocionalmente tranquilo y sereno, podrá discernir mejor la realidad que tenemos entre manos. Vivamos así este tiempo de gracia.

¡Feliz verano!

Texto: Jesús Díaz Sariego, OP. Presidente de la CONFER

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