Madrid, 9 de mayo de 2014 (Cáritas / IVICON).- Más de veinte ciudades de todo el país se sumaron ayer a la celebración de la Vigilia de Oración por las personas y países más empobrecidos que, convocada dentro de la Iniciativa “Enlázate por la Justicia”, recorrió de punta a punta la geografía nacional: desde Jerez hasta Cuenca, desde Girona hasta Madrid, desde Salamanca hasta Zaragoza…
Cambio de un modelo económico injusto
A través de esta Vigilia, celebrada en parroquias de toda España, las organizaciones católicas de cooperación al desarrollo promotoras de la misma –Cáritas, Justicia y Paz, Manos Unidas, CONFER y Redes– pidieron a los poderes públicos que apuesten por la transformación de la realidad social que nos rodea y por el cambio de un modelo económico injusto que genera desigualdad, pobreza y vulneración de derechos en todo el mundo.
Unidos en oración, la comunidad cristiana y la sociedad en general pudieron oír la voz del Sur, de los más vulnerables y de los que sufren exclusión; y escuchar también la Palabra de Dios que nos empuja a denunciar las causas de la injusticia en el mundo y a actuar para acabar con ellas.
Cumplir los compromisos adquiridos
En un comunicado leído antes del comienzo de la Vigilia, las organizaciones promotoras de “Enlázate por la Justicia”, reclamaron a los responsables públicos el cumplimiento de los compromisos adquiridos en cooperación internacional, el impulso de políticas encaminadas a promover los derechos humanos y la justicia en todo el mundo, y, sobre todo, la cooperación con otras instituciones y Administraciones para construir las bases de un nuevo modelo social y económico centrado en las personas, especialmente en las más vulnerables.
La fuerza de los testimonios
Durante la Vigilia se lanzó una exhortación a todas las comunidades cristinas para que, desde nuestra identidad y responsabilidad como cristianos, nos comprometamos en la construcción del Reino de Dios y la búsqueda del bien común de toda la familia humana, de una familia formada por nuestros vecinos y amigos más cercanos, pero también por los más lejanos: como el niño sudanés que camina kilómetros todos los días para a la escuela o el joven senegalés que ha crecido en la pobreza extrema y la exclusión del barrio más deprimido de Dakar.
Sus testimonios se pudieron escuchar en la Vigilia celebrada en la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe de Madrid, a la que acudieron más de 300 personas. Y no sólo a ellos: también se puso voz a la experiencia de una mujer que ha dejado en el Congo a su familia y a todo lo que le era querido, en busca de un futuro mejor en nuestro país que aún no ha encontrado; a una religiosa que ha trabajado con las personas más vulnerables de Perú; y a un voluntario que ha atravesado situaciones personales de sufrimiento y que reclamó que se siga luchando para que todos los miembros que forman la familia humana, vivan donde vivan, puedan tener acceso al derecho fundamental que es el acceso a una sanidad gratuita, pública y de calidad, como la que ha salvado la vida de la persona que más quiere en el mundo.
Aunque ese objetivo es difícil, puede hacerse. Como recordó el joven senegalés, “este mundo injusto puede cambiar; sólo hay que pasar del ‘yo’ al ‘nosotros’, de ser capaces de dejar de lado los egoísmos”.
Transformando la realidad
Las organizaciones católicas de cooperación y las congregaciones religiosas somos testigos privilegiados de cómo la colaboración entre personas y entre países a la que se refiere Benedicto XVI en Caritas in veritate ha ayudado a transformar la realidad. Podemos dar fe de pequeños milagros conseguidos a través de la cooperación fraterna y recíproca: cómo un campesino del Amazonas logra su primera cosecha en muchos años; cómo una cooperativa de mujeres de Bangladesh pone en marcha un taller de costura; o cómo unos jóvenes haitianos aprenden un oficio que les permite llevar dinero a sus casas…
Durante la Vigilia, esa colaboración se manifestó en un emotivo y simbólico gesto de fraternidad, en el que los niños españoles que leyeron los testimonios de los pequeños del Sudán, los jóvenes africanos, y las religiosas y los voluntarios que trabajan por los más vulnerables, se fundieron en un abrazo que se hizo extensivo a todas las personas asistentes. Todos unidos, enlazados, como una sola familia humana.
A lo largo de este mes, otras ciudades, como Sevilla, Zamora o Castellón, celebrarán nuevas Vigilias, sumándose de este modo a una cadena de oración que recorre parroquias, congregaciones religiosas y toda la comunidad cristiana.
Como asegura el Papa Francisco en su exhortación Evangelii Gaudium, “la Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas”.