Madrid, 18 de abril de 2013 (IVICON).- El 22 de abril ha sido proclamado por la ONU como el Día Internacional de la Madre Tierra, lo cual supone el reconocimiento de que la Tierra y sus ecosistemas nos proporcionan la vida y el sustento a lo largo de nuestra existencia. También supone reconocer la responsabilidad que nos corresponde, como se expone en la Declaración de Río de 1992, de promover la armonía con la naturaleza y la Tierra a fin de alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras.
El Área de Justicia y Solidaridad de la CONFER ha hecho público un documento que pretende ayudar a la reflexión en torno a este tema.
Día de la Tierra y Cambio Climático
Son numerosas las declaraciones, pronunciamientos, etc., emanados desde las más altas instancias, a favor del CUIDADO DE LA TIERRA, como la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, de 1992.
Sin embargo, todos sabemos que el tema del cambio climático y la urgencia para poner los medios necesarios para salvar el planeta, con esa fecha límite del 2050, es un tema generalmente condenado al fracaso en todas las Cumbres habidas tras el primer éxito de la Cumbre y el “protocolo” de Kyoto de 2005.
Por eso, dedicar este día a proclamar la urgencia de CUIDAR EL PLANETA TIERRA es algo imperiosamente necesario en el momento en el que todo el horizonte político, económico y mediático lo ocupa la crisis económica, la crisis del euro y los problemas de Europa.
La misma miopía que hace que nos olvidemos de la pobreza y el hambre en el mundo, hace que el tema de la tierra y el Medio Ambiente, el problema de la sostenibilidad, queden trágicamente aparcados a la espera de… ¿mejores tiempos?
El “Día de la Tierra” y la crisis: ¿“austeridad” o “decrecimiento”?
Volvemos a insistir, en este día, en la necesidad de DECRECER EN NUESTRO NIVEL DE VIDA Y DE CONSUMO, y no precisamente porque nos lo imponga una política centroeuropea de AUSTERIDAD que echa por la borda los derechos sociales adquiridos, sino por el destino universal que Dios ha dado a los bienes, de la tierra, por encima de un pretendido valor absoluto de la propiedad privada y la lógica neoliberal del mercado (GS 69; Laborem Exercens 14; Populorum Progressio 22-23; Compendio de la DSI 177).