“Y levantándose, volvieron a Jerusalén”

Liliana Franco, ODN: Y levantándose volvieron a Jerusalén

Gloria Liliana Franco, ODN, a quien le gusta que se le presente como una mujer que aspira a ser hermana y discípula, se encargó de aterrizar todo lo vivido en la 31ª Asamblea. Comenzaba recordando la última canción que Cristóbal Fones, SJ, compartía el martes por la tarde: Brilla en los ojos un fuego que arde y despierta una llama en mi corazón, señalando la importancia que ha tenido el fuego a lo largo de la historia, poniendo en contexto que los indígenas manifiestan que para avanzar en la noche hay que avivar el fuego y consideran que la ausencia de fuego atrae el hambre. Por ello “lo que nos hace falta es fuego, pasión, tejido común en el que se recree el entusiasmo vital en el que renazca la esperanza, si no, no hay fogón, hay hambre y, si se apaga el fuego, se acaba el sentido”.

La religiosa de la Compañía de María manifestó que “estamos hechos de encuentros y vivencias profundas en las que se configura nuestro ser al ritmo de las prioridades de nuestro corazón”, remarcando que el encuentro con Jesús hace que arda el fuego y, cómo durante estos días de encuentro se ha dicho, la noche y la crisis no son para la Vida Consagrada una metáfora, sino una experiencia “en la que se purifica, se transfigura y se potencia para retornar a lo fundamental, a su identidad mística, profética y misionera”.

Emprender nuevos caminos

Quiso subrayar que por el camino se lleva a cabo el accionar misionero de Jesús y el de la Vida Religiosa. Y apuntó que “la decisión de emprender ese camino de regreso se actualiza en la acción de partir el Pan cuando la presencia enciende nuevamente la esperanza”. Explicó cómo cuando el pan se parte , la mesa se ensancha y las heridas no se pueden disimular, se recuerda la primera y definitiva llamada que hace que renazca la esperanza, lo que ocurre justo en la espesura de la noche y cuando esto sucede la única opción posible es volver a la ruta que lleva a Jerusalén.

La religiosa invitó también a tomar en cuenta que la experiencia del encuentro con Jesús conduce a volver a esa porción del Reino en la que la vida clama y a discernir cómo anunciar esa buena noticia y ser portadores de esperanza y alegría. Hacía un paralelismo con los discípulos de Emaús, quienes superan el cansancio, vencen la noche y se disponen a prisa para la utopía del Reino, para volver a ese encuentro con Jesús que les devuelve al proyecto en el que un día creyeron, “el proyecto corazón, vivencia fraterna”.

Y continuó apuntando que el encuentro supone conversión y que esto le compete a la Vida Consagrada, y por ello, durante estos tres días, “se ha hecho evidente un método, más sinodal, más capaz de integrar sensibilidades, culturas y géneros”, que ha permitido llegar a unos “sacramentos esenciales” si se desea retornar a la vida: el sacramento de la escucha al Espíritu y entre nosotros, el sacramento de las necesarias preguntas, el sacramento de la centralidad en la Palabra, el sacramento del polvo de los caminos, de la necesaria frontera, el sacramento de la bondadosa cercanía y el sacramento de la salida misionera que tiende a lo común, detalló.

Texto: Charo Gomis de Francia

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