Octava estación de `El Tren de la Paz´: “Paz ecológica. Hermano sol, hermana luna”

Octava estación Tren de la Paz

La octava estación del Tren de la Paz no es ningún lugar concreto sino todos aquellos lugares donde discurre la vida y es posible gozar de ella sin agobios ni deseo de poseerla o dominarla. Están llamados a subirse todos aquellos que porten lo más frágil y estén dispuestos a cuidarlo, preservarlo y permitir que crezca y fructifique. La alabanza, la belleza y la creatividad son los trajes que necesitas para subirte al vagón donde se celebra la fiesta de la naturaleza. El billete es gratis, la única condición es compartir y un profundo respeto por todo lo creado.

Esta vez nos centramos en las páginas 230-244, del libro de Xabier Pikaza, “El camino de la Paz. Una visión cristiana”. Por ser un diálogo de vida entre hombres y pueblos, la paz ha de ser también fuente de gozo y de amor a la naturaleza. La paz se expresa y expande en forma de gozo y bendición de la naturaleza, así lo entendieron los profetas: Os 2, Am 9, Is 11 (cf.230).

Dios no distingue entre justos y pecadores

El Evangelio ofrece indicaciones significativas, que nos permiten situarnos de una forma sana ante los riesgos y la riqueza del mundo. La conversión significa aceptar la fragilidad de una vida en la que Dios (y la fortuna) no distingue entre justos y pecadores (Lc 13, 2-5). En el principio del camino de la paz está la aceptación del límite y finitud (riesgo) de nuestra existencia. Quien no quiera aceptar la fragilidad de esta vida puede volverse especialmente violento. No se puede hablar de ecología sin amor activo y generoso a todos los hombres. La gratuidad, al modo de Jesús, que destaca la paz interior de aquel que sabe que su vida está en manos de Dios que se expresa y habla a través de la naturaleza, que tiene su propia paz interna (Lc 12, 22-31). Los hombres deben sembrar y segar, hilar y tejer si quieren comer y vestirse; pero han de hacerlo sin el desasosiego que les vuelve esclavos de la producción y del consumo (cf. 235-238).

Debemos insistir en el valor humano del trabajo y del descanso, dentro de una naturaleza entendida como espacio de desarrollo de la vida y como expresión de su potencialidad creadora, no para el dominio de unos sobre otros, sino para que todos podamos compartir aquello que somos y tenemos (p.239). Sin una renuncia al ideal de un desarrollo ilimitado (y del ilimitado dominio sobre el mundo) resulta imposible la paz ecológica. No se trata de un simple dejar (no hacer), para que el mundo quede intacto, como si no hubiera en él personas, sino de hacer de un modo respetuoso, en un equilibrio de belleza y de vida (p. 240).

Cuidar de lo que nos es encomendado

El gran desafío que tenemos es poner en marcha compromisos firmes, individuales y colectivos. Ello implica estar dispuestos a renunciar a nuestro nivel de vida, a un ritmo de consumo muy elevado, a crearnos necesidades no básicas que sostienen un modelo de producción y mercado superfluo y ansioso.

Nos resistimos a vivir con lo suficiente, soportar las consecuencias de optar por un modelo económico respetuoso con la naturaleza, aceptar que somos responsables de la situación de pobreza que viven millones de personas y de la destrucción ecológica. El capítulo cuarto de la encíclica Laudato Sí habla de ecología humana, ambiental, social y cultural, también de la ecología de la vida cotidiana. El trabajo, el descanso, el ocio, el arte, la oración y las relaciones son ámbitos donde discurre la vida y se puede expresar el valor que ésta tiene, con toda su belleza y el gozo que nos produce. Volver a lo más sencillo y natural nos hace más humanos y sensibles para amar verdaderamente y cuidar de lo que nos es encomendado.

Para enriquecer…

Ofrecemos algunos textos bíblicos para orar con lo reflexionado y compartir desde la fe.

  • Rom 8,19-25. La creación entera gime con dolores de parto.
  • Gn 1. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.
  • Dan 3,52-90. Criaturas del Señor, bendecid al Señor.
  • Sab 11,22-24. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste; pues, si odiaras algo, no lo habrías creado.
  • Lc 12,22-31. La gente del mundo se afana por todas esas cosas, pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de ellas. Buscad más bien su reino, y lo demás se os dará por añadidura.
     


La metodología de trabajo propuesta es participativa y comunitaria. Cada congregación o instituto podrá compartir el trabajo realizado internamente enviándolo a eltrendelapaz@confer.es

Estaciones anteriores del Tren de la Paz

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