Madrid, 16 de abril de 2015 (IVICON / CÁRITAS).- Cáritas Española, ante la trágica muerte de 400 personas en aguas del Mediterráneo, en su huida hacia Europa, quiere expresar una vez más, con renovada rotundidad, que no queremos ni podemos acostumbrarnos a estos hechos.
No aceptamos que estos dramáticos sucesos sean meras noticias que dan paso a las siguientes. Ni que se limiten a la publicación recurrente de imágenes anónimas, de cifras o de datos. Cada una de estas 400 personas ahogadas –entre las que hay menores de edad, muchos de los cuales viajaban solos– tenían nombre, familia. Eran dueños de su propia historia y de sus sueños. Eran seres humanos como nosotros, únicos e irrepetibles. Como creyentes, no podemos olvidar que eran hermanos y hermanas nuestras.
Ninguno de los fallecidos había tomado libremente la decisión de embarcar hacia Europa. Por su procedencia, sabemos que la mayoría huían de la guerra, de las matanzas, de la sinrazón de los conflictos que difunden a diario, casi como una macabra salmodia, los medios de comunicación.
No por repetidas, pierden valor ante esta tragedia la exhortación del Papa Francisco con ocasión de la tragedia de Lampedusa: “Que a nadie le falte el socorro necesario”. Una vez más, sin embargo, debemos afirmar de manera rotunda que estas 400 muertes podrían haberse evitado. Todos sabemos, y los responsables de la Unión Europea también, que los dispositivos de búsqueda y rescate establecidos, además de insuficientes, son la consecuencia de reajustes presupuestario. ¿Quién tendrá la valentía de evaluar esta decisión? ¿Cuál está siendo el precio?
Al tiempo que invitamos a toda la comunidad eclesial y sociedad en general a unirse en oración por tantas vidas perdidas, expresamos nuestro dolor, nuestra solidaridad y condolencia a sus familias. Y hacemos una llamada a mantener viva la sensibilidad, a no dejar de padecer-con todos esos hombres, mujeres y niños que asumen riesgos porque quieren simplemente vivir con dignidad y en libertad.
Si hay algo verdaderamente ajeno al Evangelio es la “cultura del descarte” que impregna hoy nuestra sociedad. Estas 400 personas muertas en el mar no eran descartables, sino seres humanos imprescindibles para construir la sociedad justa y fraterna en la que creemos.
Descansen en paz.