«La dignidad humana no es un adorno, es un derecho»

En este tiempo de Adviento, coincidiendo también con el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, el equipo de reflexión de Justicia y Misión de la CONFER quiere hacer llegar un mensaje de esperanza, pero también de denuncia profética por la dignidad, la solidaridad y los derechos humanos en España.

En estas fechas en que las luces llenan las calles y los escaparates reclaman atención, miles de personas en España siguen viviendo en la penumbra social: personas sin hogar, familias que no llegan a fin de mes, personas mayores en soledad no deseada, migrantes sin recursos ni documentación, personas detenidas arbitrariamente, muchos que viven sin acceso a una vivienda digna o en situaciones de hacinamiento, niños y niñas para quienes la Navidad no es tiempo de abundancia sino de carencias profundas.

La Navidad nos recuerda que la dignidad humana no es un adorno, es un derecho. La CONFER, desde el compromiso con las personas más vulnerables, alza la voz ante una realidad que se repite y se agrava cada año: la tendencia a invisibilizar la pobreza, a dificultar la solidaridad y a ocultar el sufrimiento tras decorados luminosos, discursos vacíos y normativas que penalizan la compasión. Esta tendencia se manifiesta en prácticas como:

  • Prohibiciones o trabas municipales a la distribución de comida en la vía pública.
  • Medidas contra quienes hacen cola para recibir ayuda o acceder a servicios esenciales.
  • Sistemas de cita previa exclusivamente digitales que dejan fuera a quienes están más solos o desconectados.
  • Ordenanzas que promueven una “ciudad escaparate” que esconde la realidad social para no “afear” el paisaje festivo.
  • Dificultades injustificadas para empadronarse, negando a miles de personas el acceso a derechos básicos como sanidad, educación o atención social.

La solidaridad no es un delito, es un deber moral y un derecho social

Repartir comida, acompañar, escuchar, ofrecer un plato caliente… nada de esto supone una amenaza al orden. Es, profundamente, un gesto navideño y humano.
Ninguna ordenanza debería convertir en infracción lo que constituye una expresión esencial de humanidad. Los ayuntamientos —incluido el de Madrid— deben garantizar que ninguna norma obstaculice la acción de las redes vecinales, asociaciones o voluntariado que sostienen a tantas personas que el sistema relega.

La brecha digital duele más en Navidad

Mientras muchos compran regalos desde el móvil, miles no pueden ni pedir una cita para renovar un documento, solicitar una ayuda o ser atendidos por un trabajador social. Una Administración verdaderamente humana debe ser accesible por múltiples vías: presencial, telefónica y digital. La tecnología nunca debe convertirse en un muro.

No queremos una Navidad que ilumine las calles y oscurezca a las personas

Una ciudad verdaderamente festiva no expulsa ni esconde: acoge, acompaña y cuida.
Las luces de Navidad deben alumbrar también a quienes viven sin hogar, sin red social, sin acceso a la burocracia que condiciona sus vidas.

Por ello exigimos:

  1. La revisión de las ordenanzas que dificultan la ayuda comunitaria y penalizan la solidaridad.
  2. La garantía del derecho al empadronamiento de toda persona, con independencia de su situación de vivienda.
  3. La prioridad de la atención presencial y accesible en todos los niveles de la Administración.
  4. Políticas públicas que afronten la pobreza como una responsabilidad colectiva, no como un elemento incómodo que esconder.
  5. Medidas que protejan y promuevan la dignidad, la justicia y la compasión durante todo el año, no solo en Navidad.

Mientras las luces se encienden, no queremos mirar hacia otro lado. Queremos:

  • Denunciar políticas que no combaten la injusticia y que levantan muros, endureciendo leyes que condenan a las personas migrantes a la exclusión y la explotación.
  • Iluminar la realidad invisible de quienes duermen en la calle, trabajan en condiciones de explotación o sobreviven con salarios indignos.
  • Acompañar a quienes viven en soledad.
  • Reivindicar que los buenos deseos de estas fechas se conviertan en una apuesta firme por la justicia, la igualdad y el derecho a una vida digna para todas las personas.
  • Cuidar nuestra Casa Común frente al consumo desmedido que se promueve en estas fechas.
  • Luchar contra las estructuras que generan pobreza, desigualdad y exclusión desde nuestros propios espacios de vida.

Porque ninguna persona debería pasar frío, hambre ni sentirse invisible.
Porque la verdadera luz de la Navidad no está en los adornos, sino en la forma en que miramos, escuchamos y reconocemos a quienes más lo necesitan.
Porque Jesús nace en los márgenes: ahí donde la vida es frágil, donde la búsqueda de refugio es urgente, donde la esperanza necesita manos que la sostengan.

Eso es, verdaderamente, celebrar la Navidad.

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