El presidente de la CONFER, Jesús Días Sariego, OP y la vicepresidenta Cinta Bayo, ADC han publicado el tradicional texto de felicitación de la Navidad para todo el pueblo de Dios.
Reproducimos a continuación el mensaje de felicitación.
Hoy, en medio de la alegría que sana nuestras heridas, recordamos la promesa que nos sostiene: «El Dios de la paz ha llegado a vosotros» (Flp 4, 9). Estas palabras del apóstol Pablo, dirigidas a los cristianos de la ciudad de Filipos, están llenas de gratitud, de calor y de esperanza. Nos animan a vivir el misterio de la encarnación con alegría, ternura y luz. Transmiten el gozo de aquellos que, en medio de su dolor sufriente, son capaces de ver más allá de sus propias circunstancias y de vivir la confianza que el nacimiento del Hijo de Dios nos ofrece. Razón suficiente para vivir, como el apóstol de los gentiles, la felicidad de habernos encontrado con el Señor en lo más vulnerable de nuestra condición y realidad.
La paz nos evoca no solamente la ausencia de conflictos. Convivir en paz consiste, entre otras cosas, en aceptar de forma reconciliada nuestras diferencias. La paz nos educa en la capacidad que tenemos las personas de escuchar, reconocer, aceptar y apreciar a los demás desde lo que ellos son. La paz, además, nos ayuda en la construcción de una convivencia madura y responsable; promociona el bien común y nos hace más conscientes y partícipes del cuidado necesario de los unos con los otros. La paz es un valor siempre permanente, pero se hace especialmente urgente en un momento cultural y social agresivo y polarizado. Esta situación nos lleva, en la cotidianidad de la vida, a vivir divididos, excesivamente ideologizados y, en no pocas ocasiones, incluso enfrentados. Asusta ver un panorama internacional cada vez más virulento. Incluso volvemos, en algunos casos, al imperio de la fuerza y de la imposición bajo la sombra de las armas. Los conflictos bélicos no solamente persisten, sino que también amenazan con multiplicarse.
En esta Navidad queremos renovar nuestro compromiso con la paz
En muchas ocasiones nos hemos llegado a preguntar, ¿qué podemos hacer como comunidades religiosas? Somos portadores del Dios de la paz. Este Dios, y no otro, ha llegado a nosotros. Nuestra consagración religiosa nos ha ayudado a descubrir la fuerza de la reconciliación. El perdón mutuo es armonía y concordia; perdonarse equilibra los desajustes que puedan persistir en las relaciones humanas y nos ayuda a convivir más desde el fondo de gracia que hay en cada uno y en cada una, que desde la herida de lo que nos hace sufrir.
En cada Navidad se nos brinda la oportunidad de renovar nuestro compromiso de consagración a Dios, desde cada uno de los carismas en los que hemos profesado la vocación religiosa. En esta Navidad queremos renovar nuestro compromiso con la paz. Nos puede ayudar para ello la vivencia interior y comunitaria de la fidelidad prometida en el seguimiento del Señor. Hemos de vivir la alegría que no se apaga, la ternura que nos colma de una esperanza nueva y la luz que hace de nuestro hogar cotidiano un signo vivo de su presencia.
Que, en estos días de encuentro con el Amor encarnado de Dios, la paz que nace del costado misericordioso del Niño Jesús nos devuelva la alegría de la reconciliación. Que, ante el nacimiento del Salvador, sostenidos por su ternura, podamos ser en medio del mundo signos del cuidado amoroso del Padre. Que en esta Navidad, amparados por su luz, podamos ser en medio del mundo un humilde pesebre de esperanza.
En nombre de la CONFER ¡Feliz Navidad!


