Madrid, 21 de mayo de 2024 (IVICON): Este martes ha comenzado en Madrid, la 30ª Asamblea General de la CONFER bajo el título: «¿Quién manda aquí? Corresponsabilidad y obediencia».
La mañana ha comenzado con una Eucaristía presidida por el presidente de la CEE, Luis Argüello, que ha tenido lugar en la Parroquia Nuestra Señora de la Concepción.
La Ceremonia de Apertura ha estado presidida por el Nuncio Apostólico Monseñor Bernardito Auza, José María Avendaño – Obispo Auxiliar de Getafe, miembro de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada y obispo responsable de la CONFER, Jesús Miguel Zamora, FSC – Secretario General de la CONFER, Jesús Díaz Sariego, OP, Presidente de la CONFER y Lourdes Perramon, OSR, Vicepresidenta de la CONFER.
Tema de la Asamblea
Jesús Díaz Sariego, OP, Presidente de la CONFER y Lourdes Perramon, OSR, Vicepresidenta de la CONFER han pronunciado un discurso de apertura en el que han destacado que “somos conscientes de los desafíos que nos presenta hoy el correcto uso de la autoridad que se nos confía y su ejercicio en los distintos Institutos y Congregaciones”.
A continuación puedes leer el discurso íntegro:
«¿Quién manda aquí? Corresponsabilidad y obediencia» es el título de nuestra XXX Asamblea de la CONFER.Los Superiores Mayores (Generales y Provinciales) somos conscientes de los desafíos que nos presenta hoy el correcto uso de la autoridad que se nos confía y su ejercicio en los distintos Institutos y Congregaciones. Como contrapartida al ejercicio de la autoridad debemos considerar de nuevo la respuesta de los religiosos y religiosas, también la nuestra, en el compromiso con la obediencia. Autoridad y Obediencia, dos términos en revisión a la hora de profesar nuestros votos religiosos. Por otro lado, la corresponsabilidad nos abre a una nueva comprensión y nuevas posibilidades en el ejercicio de la autoridad, al enriquecernos mutuamente en la propia vocación.
A lo largo de estos últimos meses, los responsables de áreas, el grupo de teólogos y teólogas, el equipo de presidencia y el Consejo General de la CONFER, llevamos preparando y madurando el tema que os proponemos para esta XXX Asamblea que ahora inauguramos. Las Jornadas que hemos previsto pretenden, por tanto, ser unos días de encuentro, diálogo y reflexión sobre la autoridad corresponsable y la obediencia. Ambas dimensiones configuran y dan personalidad a la Vida Religiosa; le otorgan, además, una identidad en su razón de ser y en su forma de organizarse. La obediencia que brota de una autoridad corresponsable nos lleva a servir más y mejor a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. El texto del evangelista Mateo, una interpelación para nosotros, nos lo recuerda constantemente cuando Jesús dice de sí mismo que «El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir»(Mt 20, 28).
Somos conscientes de los desafíos que nos ofrecen hoy la autoridad y la obediencia, en un contexto social de crisis de lo institucional y un momento de profunda transformación de la vida religiosa. Desafíos que tienen que ver con nuestro modo maduro de relacionarnos. El uso no adecuado de la autoridad e incluso su abuso pueden llevarnos a desvirtuar su razón de ser, a romper la vida fraterna y sororal y a traicionar lo más preciado en las relaciones humanas cuando, lejos de ayudarnos a madurar y crecer en la propia vocación, nos sesga en la capacidad de escucharnos unos a otros y de tener en cuenta la dignidad personal de cada uno.
Sabemos que ‘obedecer’ conlleva, en su misma raíz, el gesto y la acción de escuchar. En el contexto social y eclesial en el que nos movemos pronunciamos con una frecuencia creciente el verbo ‘escuchar’. El Papa Francisco de forma constante nos lo recuerda en sus alocuciones públicas. La escucha comprometida es, quizás, un signo teologal necesario para el tiempo en el que estamos. En este sentido el voto de obediencia, bajo la impronta de la escucha mutua, no respondería a otro tiempo. Más bien se actualiza en la nueva sensibilidad contemporánea cuando reconoce el valor personal de cada uno, de cada una.
Sobre la escucha podríamos decir muchas cosas. Sabemos que ‘escuchar’, ‘escucharnos’, es un esfuerzo que nos ayuda a salir de nosotros mismos. Nos abre a Dios, a la realidad que nos circunda y a los demás. Esta apertura de mente y de corazón conlleva no poca ascesis en la firme voluntad de ‘escuchar’ y de ‘escucharnos bien’, es decir, de forma adecuada, interactiva y corresponsable. Escuchamos bien cuando somos capaces de ir más allá de los ruidos ambientales que confunden; escuchamos bien cuando analizamos los desafíos que se nos presentan con serenidad e interés; escuchamos bien cuando profundizamos desde el necesario contraste con la diversidad de opiniones y perspectivas; escuchamos bien cuando logramos percibir el fondo de verdad que tiene cada uno, cada una, en lo que con honestidad observa y plantea. Esta escucha nos lleva a ‘abrazar’ y ‘querer’ aún más el proyecto que Dios traza en nuestra historia, personal, congregacional y eclesial.
Saber ‘escuchar’ y, por lo tanto, ‘escuchar bien’, es una habilidad personal. Nos posibilita la comprensión de los demás, no sólo en relación a la información que nos transmiten, sino y sobre todo, en relación a saber percibir los sentimientos y perspectivas de los demás cuando nos interesamos de forma activa por sus preocupaciones y anhelos.
Aquí basamos nuestra identidad. Por eso hemos elevado la obediencia a uno de nuestros votos religiosos. Este modo de escuchar a Dios y de comprometernos con los demás tiene que ver con el voto de obediencia. Prometer obediencia a Dios, como así lo hemos expresado en nuestra profesión religiosa, es un compromiso inherente a la escucha, que nos capacita para relativizar lo propio en favor del bien común.
La obediencia, por tanto, no solamente es un compromiso personal, es igualmente un compromiso comunitario a desarrollar en cada una de las Congregaciones y es un compromiso institucional que, desde la escucha a la realidad, nos mantiene en permanente salida. Es también, en nuestro tiempo, un compromiso intercongregacional. Los diversos carismas que configuran la vida religiosa en España tienen que hacer este doble ejercicio: escucharse más entre ellos y escuchar juntas y juntos la voz de Dios para nuestro tiempo. La escucha en comunión es una de las responsabilidades que debemos asumir en el presente.
La escucha atenta nos lleva a comprometernos, a obedecernos unos a otros, obedeciendo en comunión al proyecto de Dios que se nos desvela atentos a la realidad. Esto nos compromete de forma radical en el modo de ejercer la autoridad. El referente comunitario de vida y misión sustenta la autoridad que podamos ejercer hacia nuestras hermanas y hermanos. Pero también nos proporciona la autoridad moral necesaria ante nuestros contemporáneos. Obediencia y autoridad será la ponencia marco de este encuentro. La hermana Nurya Martínez Gayol, Esclava del Sagrado Corazón de Jesús (ACI) nos ayudará a profundizar en esta reflexión.
Metodología
Este proceso y camino de escucha, queremos transitarlo de forma sinodal, caminando juntos y juntas. Nuestra forma adulta y madura de vivir las relaciones fraternas y sororales nos educa en la sensibilidad para lo comunitario; un estilo de vida que nos identifica como consagrados. El modo sinodal de hacer las cosas nos permite, además, afrontar los principales desafíos en cada tiempo y lugar. Si entre nosotros logramos hacer un buen trabajo sinodal, estaremos reforzando y apoyando de forma activa el proceso sinodal que ha iniciado la Iglesia. Un desafío se nos impone con fuerza: hemos de reflexionar y discernir juntos y juntas sobre el presente y el futuro de la vida religiosa en España. Este esfuerzo en aunar nuestras voces en una voz común es un signo de Dios en nuestro tiempo.
Esta es una de las razones principales por las que hemos vuelto a este lugar. Sus locales nos permiten una disposición más sinodal, alrededor de las mesas, para la escucha mutua, el diálogo compartido, la reflexión y el discernimiento juntos.
Los desafíos que tenemos para nuestra vida y misión son comunes. El ejercicio de la autoridad y de la obediencia, como hemos indicado, nos plantea no pocos retos en estos momentos. Esto nos ha llevado no sólo a ofrecer una ponencia marco sobre ‘la obediencia y autoridad’; sino también a escucharnos a través de los talleres programados. Espacios de reflexión y diálogo. Todos ellos pensados en coherencia con la temática propuesta. Cada uno de los talleres aborda un aspecto. Es como una pincelada que, junto con las de los otros talleres, aporta mucho al discernimiento, a las búsquedas compartidas y a la belleza del conjunto.
Tendremos, igualmente, un espacio que hemos denominado ‘Casa común’. La CONFER sigue necesitando el esfuerzo de ‘pensarse a sí misma’ para poder servir más y mejor a la Vida Religiosa. Los tiempos han cambiado y nuestra realidad como vida religiosa en España también está cambiando y mucho. La sociedad a la que servimos también está en un proceso de cambio. La Iglesia, en su conjunto, sigue viviendo el dinamismo del Espíritu que la abre a nuevas realidades. Hemos de pensar mejor en la Confer en su conjunto y nuevos modos de configuración y articulación con las CONFER regionales y diocesanas. Todas ellas nos aportan la realidad de la Iglesia local. Pero también las inquietudes y necesidades propias de cada región. Somos conscientes de las realidades sociales y culturales que configuran nuestro país. Hemos de considerarlas, tenerlas en cuenta e integrarlas lo mejor posible en una nueva dinámica común de la CONFER, más ajustada a nuestras posibilidades.
Estamos llamados también a construir juntos la CONFER. Para ello hemos habilitado, nuevamente, un espacio de diálogo e intercambio entre nosotros sobre algunas cuestiones que nos ayuden a reforzarnos en lo común. Después de haberos consultado los tres temas que más han sido reclamados por vosotros y vosotras para esta Asamblea fueron: “La vida Religiosa y el mundo de hoy”; “El camino intercongregacional: concreciones para avanzar; Atención a nuestros mayores: colaboración entre Congregaciones, temas que conversaremos en la última mañana.
Los momentos para la oración en común
No olvidamos, por otro lado, lo importante que es en estos momentos de incertidumbre la oración en común. Escuchar juntos la Palabra de Dios y la realidad, orarla y discernirla es un paso necesario para que nuestra vida y misión exprese mejor la voluntad de Dios en lo que juntos hemos alcanzado. La escucha que interpela, el diálogo entre nosotros que discierne, el compromiso que adquirimos se quedaría en nada si no lo llevamos a nuestra oración personal y comunitaria.
Hemos querido, como en otras ocasiones, cuidar especialmente las celebraciones de la Eucaristía y los momentos orantes. Pero también hemos querido dar incorporar un espacio a estilos de oración diversos. Los modos de orar, como bien sabemos, en la Iglesia son variados. Todos ellos sumamente ricos en la presencia de Dios que desde sus particularidades acarician. En vuestra inscripción a la Asamblea habéis elegido, bajo el lema ‘tienda del encuentro’ una modalidad de oración. Orando juntos en Asamblea generamos una ‘tienda del encuentro’. La ‘tienda’ en el lenguaje bíblico es el lugar no solamente donde Dios habita, sino también donde el pueblo de Israel se encuentra. Nos encontramos con Dios y entre nosotros, de forma sagrada, en la oración que compartimos. Los diferentes espacios orantes, serán una pequeña y sencilla expresión, en su diversidad, de la invitación permanente a salir de nuestras rutinas y zonas de confort, para abrirnos a la novedad. Quizás… ¡en la sorpresa de lo desconocido nos sorprende Dios!
Una palabra final
Hemos de enriquecernos mutuamente y ser capaces de llevar esta riqueza colectiva al quehacer diario de cada Congregación. El mundo de hoy quiere escuchar la ‘voz única de la Vida Religiosa’, más allá del carisma concreto que encarne. Del mismo modo que nuestro mundo secular necesita escuchar la voz de la Iglesia que, desde la diversidad y legítima pluralidad, es capaz de armonizar de forma polifónica el ‘canto del Evangelio’.
Por último. Unas palabras de esperanza, con motivo del año Jubilar ordinario de la Iglesia universal el próximo año 2025. Un jubileo ya anunciado por el Papa Francisco en su Bula Spes non confundit. En dicha Bula, el Papa Francisco, nos dice “Todos esperan. En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana”. Nuestro trabajo estos días no pretende otra cosa que perseguir el bien que esperamos. Ese es nuestro deseo y nuestra expectativa, que la Asamblea nos aporte semillas de luz y esperanza. Buena Asamblea.