«Espiritualidad y transformación social: sueños y esperanzas de la vida religiosa», crónica de las Jornadas de Justicia y Solidaridad de la CONFER

Madrid, 5 de marzo de 2014 (IVICON).- Bajo este título, del 21 al 23 de Febrero se han celebrado las Jornadas anuales del Área de Justicia y Solidaridad compartidas con el Área de Misión-Cooperación. Contamos con la presencia de unos 340 religiosas y religiosos de todo el Estado y algunas personas laicas. Esta Hoja Mensual pretende hacerse “eco” de este encuentro, que nos ayudó a adentrarnos en nuevos caminos de reflexión, búsqueda y compromiso como Vida Religiosa encarnada en una sociedad compleja, amenazada por una brecha social de desigualdad creciente y, al mismo tiempo, sostenida por una gran esperanza.  

Ya desde las Jornadas que se hicieron en el curso 2007-2008 hemos ido llevando a cabo una reflexión sobre la implicación de la Vida Religiosa en el entramado de la sociedad civil, intentando escuchar y acoger los cambiantes movimientos que se han sucedido año tras año. A estas alturas, creemos que, a través de las Jornadas de Justicia y Solidaridad y Misión-Cooperación, vamos haciendo un camino de toma de conciencia y de sensibilización buscando respuestas desde nuestra identidad a los retos que el entramado de la vida nos plantea.  

Este año hemos querido acentuar una visión esperanzada tanto de la sociedad como de la misma Vida Religiosa, partiendo de la convicción de que espiritualidad, justicia, paz e integridad de la Creación forman una única realidad inseparable y constituyen una transversal de toda vida cristiana. Estas dimensiones no constituyen únicamente un “departamento” dentro de nuestro organigrama de CONFER, sino que son los elementos que nutren tanto la mística como la profecía de nuestra vida: son  el antídoto contra los argumentos y discursos que sólo saben ver los “callejones sin salida”.  

Marta Zechmeister, religiosa de la Congregación de Jesús, teóloga austriaca afincada en El Salvador y profesora de la Universidad José Simeón Cañas,  fue la encargada de la ponencia marco y la ponencia de clausura de las Jornadas. Según ella, la Vida Religiosa está llamada a vivir una “mística política” como voz profética de un Dios que no se resigna a la suerte de las víctimas del sistema. Como decía D. Bonhoeffer, “sólo quien grita a favor de los judíos tiende derecho a entonar cánticos gregorianos”. El grito y la protesta son el rasgo esencial de la pasión por Dios. Por eso, lo nuestro debe ser “ganar terreno al mar de la muerte muda” (Dorothee Sölle). La rebelión se convierte entonces en la oración más profunda, sin miedos ni tabúes porque la Resurrección es precisamente eso: “insurrección contra la muerte”.  

En esta misma línea, Nuria Calduch, profesora de Literatura Sapiencial en la Universidad Gregoriana de Roma, presentaba la figura de María (Miriam), hermana de Moisés, como parte de la genealogía femenina del Antiguo y Nuevo Testamento que ha ido marcando a lo largo de toda la Escritura una espiritualidad caracterizada por la defensa de la vida, que abre posibilidades nuevas de futuro. La  Esperanza, como afirmaba también Nuria, “desde un punto de vista temporal, es una tensión hacia un futuro incierto, pero considerado como posible. Desde la dimensión relacional, la Esperanza presupone siempre confianza en el otro”.  

Una vez planteado este “marco” global de una espiritualidad integrada de fe y justicia, sostenida por la esperanza, le correspondió a Jesús Sanz Abad, catedrático de Antropología Social en la Universidad Complutense de Madrid y colaborador de “Cristianismo y Justicia”, presentar una visión global del “cambio de época” en el que estamos y de las alternativas que van apareciendo en el seno de la sociedad civil desde la creatividad y el humanismo, como respuesta, según el papa Francisco, a un sistema “que mata”. Se trata realmente de un nuevo mundo emergente que debe interpelarnos a todos. Estas alternativas son tan reales como posibles y están gritando una “¡mentira!” a las voces institucionales que pretenden hacernos comulgar con la ideología del “no hay alternativas”.  

La Vida Religiosa, como decía más tarde Fidel Aizpurúa, capuchino y profesor de Teología en la Facultad de Vitoria, no puede mantenerse al margen del contexto sociopolítico en el que vive, no sólo para participar activamente en él, sino para aprender y repensar su misma identidad desde las nuevas perspectivas que la sociedad va abriendo. En este sentido, no puede plantearse una Vida Religiosa “neoliberal”, en consonancia con el sistema. Si quiere ser una Vida Religiosa abierta a la Esperanza debe hacerlo desde otros valores y coordenadas generadoras de vida y no de muerte, colocándose de parte de los más déeacute;biles. Esto obliga a la Vida Religiosa a replantearse su modo de vivir y de relacionarse proféticamente con la sociedad en la que vive: los medios económicos que se utilizan, las noticias que se leen o escuchan, las obras que se mantienen, la salida al encuentro de los movimientos ciudadanos, etc.  

Todo esto que, en definitiva, podría quedarse en solo teoría o “desiderata”, tiene también sus concreciones en determinadas prácticas, tanto en la sociedad civil como en la misma Vida Religiosa. Con esa intención se prepararon las “sesiones simultáneas” una vez pasado el ecuador de las Jornadas. Como nos hacía ver Carlos Ballesteros, doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y Master en Economía Social, la Vida Religiosa debe aprender de las iniciativas sociales que suponen una alternativa real al sistema de producción y de consumo para integrarse en ellas o para tomar de ellas inspiración, en lo que denominó como “Factor C”: compañerismo, comunidad, cooperación, colaboración, coordinación (economía social y solidaria, iniciativas en transición, moneda alternativa, etc).

Asimismo, Carmen Torres, actualmente provincial de las Hermanas Auxiliadoras, propuso algunos criterios de consumo cotidiano que pueden ayudar a revertir el proceso de producción industrial que tanto daño está haciendo a nuestro planeta y a los seres humanos que lo habitamos. Es evidente que luchar contra el sistema neoliberal capitalista, donde la economía de mercado tiene más poder que los propios Estados, es como luchar contra molinos de viento. Por eso es importante que tomemos conciencia del poder que tenemos (y la vida Religiosa tenemos mucho) como consumidores y clientes tanto de empresas como de entidades bancarias, cuyos criterios éticos son muy dudosos.  

Martín Iriberri, jesuita, mostraba cómo es posible vivir en comunidades inclusivas y solidarias, abiertas a la realidad de las personas en situación de vulnerabilidad. Y Llorenç Puig, también jesuita, afirmaba con hechos que es posible vivir y llevar a cabo con seriedad un pensamiento y una reflexión crítica como aportación profética y alternativa de la Vida Religiosa a la sociedad. Comunidades como “Loiolaetxea” en San Sebastián, o realidades como “Cristianisme i Justícia” son una buena muestra de ello.  

La Red “África-Europa, Fe-Justicia” y la empresa “Verdallar” se presentaron al final de las Jornadas como ejemplo de nuevas alternativas reales que se están llevando a cabo dentro de la VR, tanto en escenarios de carácter local (Verdallar),  como en escenarios que traspasan las fronteras nacionales (Red AEFJ). La Red fue presentada por Itziar Alfaro, Mercedaria Misionera de Bérriz y por Amparo Cuesta, Misionera de Ntra. Señora de África). Actualmente está formada por 49 congregaciones y su objetivo es el de influir directamente en Bruselas, donde se toman las decisiones que afectan a África en el campo de los medicamentos, la soberanía alimentaria y el comercio de armas. La Fundación Benallar también está formada por 39 congregaciones religiosas, de donde nació hace dos años la empresa Verdallar, según nos contó su directora Ana Royo, religiosa de la Compañía de Sta. Teresa de Jesús. El valor añadido de esta empresa de inserción laboral radica en la confluencia de otros dos ejes que le dan identidad: producción ecológica y reparto de productos por medio de transporte sostenible. A esto hay que añadirle la ventaja de ser una empresa que abarca toda la cadena de producción, aunque sea a pequeña escala,  siempre cuidando el “valor social”.  

Estas realidades, entre otras muchas, dan cuenta de que los “sueños” que podemos tener de una Vida Religiosa nueva son ya pequeños o grandes brotes de otro modo de ser y estar como consagrados y consagradas en el contexto actual.

Las Jornadas han supuesto un nuevo impulso para soñar una nueva Vida Religiosa que responda, desde su dimensión profética y alternativa, a un anuncio vivo del Evangelio en medio de la sociedad actual en la que parecen querer triunfar los dinamismos de la muerte sobre los dinamismos de la Vida.

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