La elección de un nuevo Papa siempre despierta un profundo eco en la vida de la Iglesia y particularmente, en aquellos espacios donde el Evangelio se encarna en las periferias humanas.
Para quienes acompañamos la misión de acoger, proteger, promover e integrar a las personas migradas, refugiadas y víctimas de trata, este momento eclesial no es solo un acontecimiento simbólico, sino también una oportunidad de renovación y discernimiento pastoral.
En sus primeras palabras desde el balcón de San Pedro, el recién elegido Papa León XIV dirigió unas palabras conmovedoras:
“Un llamado a la paz a todos los pueblos” subrayando su deseo de “construir puentes de justicia y fraternidad”
En una era marcada por guerras, desplazamientos forzados y polarización, sus palabras resuenan como una respuesta profética a los clamores de millones de personas que huyen del horror del conflicto armado y buscan una vida digna.
Una Iglesia con las puertas abiertas
Esta llamada a la Paz, una Paz desarmada, sin cálculos estratégicos ni condiciones, nos interpela profundamente. León XIV ha insistido en la necesidad de una Iglesia con las puertas abiertas, comprometida con el dolor del mundo y decidida a ser artesana de paz.
Su elección representa una continuidad con el legado del papa Francisco, pero también una renovada esperanza, especialmente para la vida consagrada y también la misión compartida que acompañan a las comunidades heridas por el exilio, la pobreza o la explotación.
En el horizonte sinodal que la Iglesia viene recorriendo, la voz del nuevo Papa refuerza la urgencia de caminar juntos, escuchándonos unos a otros y discerniendo los caminos del Reino desde abajo, desde las periferias. Acoger al migrante, proteger a la víctima de trata, integrar al desplazado forzoso, no son acciones aisladas: son signos concretos de una Iglesia que quiere tejer fraternidad y sanar las fracturas del mundo.
Desde la CONFER, renovamos nuestro compromiso con las congregaciones, comunidades y redes que acompañan con ternura, firmeza y esperanza a quienes han tenido que abandonar todo. Inspirados por este nuevo pontificado, seguiremos trabajando por una pastoral que no se limite a asistir, sino que transforme, que escuche, denuncie, proteja y construya comunidad.
Que esta etapa sinodal, alentada por la figura del papa León XIV, nos anime a ser constructores de una Paz desarmada, sembradores de esperanza y portadores de un Evangelio que sigue siendo buena noticia para los últimos.
Texto: María Francia Luna, responsable del departamento de Migraciones y Trata de la CONFER