Alfonso Alonso-Lasheras, SJ: «Hoy no hay crisis de ser cura o monja, sino de ver la vida como vocación»

Alfonso Alonso-Lasheras, SJ: «Hoy no hay crisis de ser cura o monja, sino de ver la vida como vocación»

A los 23 años, Alfonso Alonso-Lasheras tomó una decisión que cambiaría su vida radicalmente: dejó atrás una prometedora carrera como jugador de rugby en la élite española para ingresar en la Compañía de Jesús. “Todo comenzó con una lesión que me apartó temporalmente del campo y me permitió sumergirme en un profundo periodo de introspección”, explica. Fue en ese tiempo de reflexión cuando empezó a replantearse sus prioridades y a descubrir un camino que iba mucho más allá de la competición y el éxito deportivo.

“Mi vida giraba en torno al rugby”, relata Alfonso, quien no solo formó parte de la selección española, sino que también competía en la división de honor. El proceso de descubrimiento personal que propició la lesión, unido a su participación en grupos de fe y voluntariado, encendió en él un deseo profundo: “Quería que mi vida no solo sirviera a mi equipo o a mí mismo, sino a cuanta más gente mejor. Y si era a los más pobres, mejor aún, al estilo de Jesús de Nazaret”.

Hoy, como sacerdote jesuita, Alfonso está al frente de iniciativas que buscan fortalecer la cultura vocacional en la Iglesia. “La vocación no es algo que solo afecta a sacerdotes o religiosas; todos estamos llamados a algo. La clave está en descubrir qué es eso para cada uno”, subraya. Esta convicción lo ha llevado a participar activamente en el equipo organizador del próximo Congreso Nacional de Vocaciones, que se celebra del 7 al 9 de febrero en Madrid. Allí tendrá un papel destacado como presentador –junto a la periodista Ana Samboal– y como ponente de la conferencia inaugural colectiva.

Cambio en el paradigma de las vocaciones

En este sentido Alfonso, parece casi obligatorio hablar acerca de la carestía de vocaciones que atraviesa la Iglesia: “Hoy no hay crisis de ser cura o monja; hay una crisis más profunda, una crisis de entender la vida como vocación”, afirma. Desde su perspectiva, lo que realmente está debilitado es una concepción antropológica fundamental: “Hemos dejado de entender nuestra vida como un don recibido, como una respuesta a un llamado de Dios”.

Según Alfonso, al que algunos le llaman Fonfo, esta crisis está muy vinculada a los valores predominantes en la sociedad contemporánea: “Se busca el bienestar personal como objetivo último. Nos dicen que ser felices es tener más, viajar más, consumir más. Pero la verdadera dicha no está ahí”.

Frente a esto, aboga por un cambio de paradigma: “La felicidad profunda proviene de alinear tu vida con un propósito mayor, con aquello para lo que has sido creado”. Por ello, “no solo hay como una toma de conciencia eclesial, sino también una necesidad de entender la propia vida como vocación. Y esto, creemos, no solo está presente eclesialmente, sino que también está al servicio de una sociedad que, por esta ausencia de vida entendida así, tiene tanta realidad de sufrimiento, de soledad, de falta de sentido, de consecuencias últimas que vemos en el día a día que son muy trágicas, muy tristes”. Por ello, insiste en que la vocación, ya sea a la vida consagrada, al matrimonio o a una profesión específica, no es un destino estático: “Es como un horizonte. Tú decides hacia dónde vas, pero nunca llegas del todo.

La vocación es don y tarea

La vocación es algo que te regalan, pero también exige un esfuerzo constante por perseverar y crecer”. Y es que la vocación no es solo elegir u optar por determinado estilo de vida. “Supone un ir actualizando y, por supuesto, ir cuidando, en todos los ámbitos, lo que es la perseverancia, la constancia, el esfuerzo, la formación, el cuidado”, asevera, convencido de que “no hay ninguna vocación que no suponga esfuerzo durante toda la vida. No hay ninguna vocación que uno pueda descuidar”. El problema surge, asegura, de “entender la vocación como algo que yo respondí una vez y se acabó”.

Con estas ideas como telón de fondo, el Congreso Nacional de Vocaciones se presenta como una oportunidad única para reflexionar sobre el papel de la vocación en la Iglesia y en la sociedad contemporánea. “Hay una convergencia en la Iglesia española de que este tema es prioritario”, afirma Alfonso.

Según él, el congreso no solo buscará sensibilizar sobre la importancia de las vocaciones, sino también recordar a las comunidades eclesiales que la dimensión vocacional debe estar presente en todas sus actividades. “La misión de la Iglesia es ayudar a las personas a encontrar sentido y dicha en sus vidas. No hay nada más hermoso que vivir la vida con sentido y ayudar a otros a encontrar su dicha verdadera”, asegura. En este sentido, el congreso será una plataforma para explorar cómo el Evangelio puede convertirse en “un encuentro transformador con Cristo y un camino hacia la felicidad profunda”. En sus palabras, el foro es un recordatorio de que “toda tarea evangelizadora debe incluir esta dimensión vocacional. Solo así el Evangelio cobra vida y se convierte en algo transformador”.

Sin embargo, Alfonso advierte en esta misma línea de que “no podemos anunciar el Evangelio si no es un Evangelio en el que cada sujeto se encuentre con Cristo y dice, ‘Señor, ¿qué puedo hacer por ti? ¿Qué quieres de mí?’, con la conciencia de que en responder a eso está la dicha verdadera del sujeto. No puede haber nada más hermoso que eso”.

Texto: Elena Magariños (Publicado en SomosCONFER nº48)

Compartir:

Related Posts

Scroll al inicio