Madrid, 10 de octubre de 2013 (IVICON).- El 13 de octubre de 2013 serán beatificados en Tarragona 522 mártires. Un grupo en el que se encuentran 3 obispos, 82 sacerdotes diocesanos, 3 seminaristas, 412 consagrados y 7 laicos. El número más significativo de beatos de este proceso lo constituyen los religiosos y religiosas pertenecientes a 24 Congregaciones: 74 Hermanos de las Escuelas Cristianas. 66 Hermanos Maristas. 38 Benedictinos. 33 Capuchinos. 27 Hijas de la Caridad. 24 Hermanos de San Juan de Dios. 23 Claretianos. 19 Carmelitas de la antigua observancia. 19 Hijos de la Sagrada Familia. 19 Mercedarios. 14 Paúles. 11 Carmelitas Descalzos. 9 Mínimas. 6 Redentoristas. 6 Trinitarios. 5 RR. de los Sagrados Corazones. 4 Siervas de María. 4 Hermanos Carmelitas de la Enseñanza. 3 Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor. 2 Dominicos. 2 Franciscanos. 2 Hijos de la Divina Providencia (orionistas). 1 Calasancia. 1 Jerónimo.
Detrás de estas cifras hay personas concretas con rostros e historias personales. Hombres y mujeres que vivieron el seguimiento de Jesucristo con radicalidad en su vida cotidiana y estuvieron dispuestos a entregarla, con amor, como su Maestro. Una fe y un amor profundo que dio sentido a sus vidas y, llegado el momento, también a sus muertes. Su historia nos es familiar y conocida en las comunidades y lugares donde vivieron. Se ha hecho cercana en este tiempo de preparación a su beatificación como estímulo a vivir incondicionalmente el seguimiento de Jesús en la misión educativa, social, sanitaria, contemplativa…, especialmente al servicio de los más necesitados. A vivir en comunión obispos, sacerdotes, consagrados y laicos, y a morir como testigos de la fe.
Nuestros mártires nos convocan el 13 de octubre, al finalizar el Año de la Fe, a conmemorar su fecunda decisión evangélica de perder la vida para ganarla. Nos convocan a ser testigos de la compasión, de la misericordia y cercanía fraterna de Jesús. Ellos, hombres y mujeres artífices de la “civilización del amor”, nos enseñan, con la sabiduría que brota del Evangelio, a establecer relaciones fraternas con todos, incluso con quienes les quitan la vida. Ellos nos dicen hoy que si nos dejamos llevar del Espíritu de Jesús tenemos asegurada la audacia, la fortaleza y la fidelidad en la misión evangelizadora de construir un mundo de hermanos, hijos de un mismo Padre.
La CONFER se alegra y comparte con el Pueblo de Dios el gozo por el reconocimiento de los mártires, por lo que ellos fueron y por lo que son para nosotros hoy, porque amamos aquello por lo que dieron la vida: la causa de Jesús y su Reino.