La Iglesia un año más nos invita a vivir litúrgicamente el Adviento que es tiempo para abrir la puerta a la esperanza, tan necesaria en nuestros tiempos y de volver a revivir la Navidad.
En Cruz Blanca como decía Isidoro Lezcano, su Fundador, es fácil contemplar el pesebre cada día; en una de sus cartas pedía: “no os canséis de acoger a este niño, dadle el pesebre de vuestro corazón, de vuestro cariño, y envolvedlo en pañales de detalles y delicadezas”.
Las personas que atienden en Cruz Blanca son como denomina el papa Francisco las personas descartadas por gran parte de nuestra sociedad, personas que se encuentran en los márgenes de la vida, en situación de vulnerabilidad por distintas razones: personas con discapacidad, personas víctimas de trata, personas inmigrantes procedentes de ayuda humanitaria, personas sin trabajo, personas en situación de prostitución, personas sin hogar, personas mayores y enfermas… podríamos poner más etiquetas y adjetivos a las personas que atendemos y tener un listado interminable.
Microhistorias de canto a la esperanza y la ilusión
La congregación durante varios meses ha ido recopilando microhistorias que han convertido en formato podcast. Historias pequeñas llenas de esperanza con nombre y apellidos de Amalia, Sancho, Younes, Mari Tere, Silvestre, Tigo, Eugenio, Pepe… hasta 20.
Estos relatos forman parte de la primera Navidad de la historia, que insiste en recordarnos que Dios es un Dios encarnado y que no quiere, ni puede desligarse de nuestra condición humana.
Las microhistorias hablan principalmente de caminar junto a personas que atienden en Cruz Blanca: historias imperceptibles, invisibles, cotidianas… Microhistorias que nunca llenaran las páginas de un periódico, ni van a ser portada en las noticias de la televisión. En cambio, son un canto a la esperanza y a la ilusión.
Son breves relatos de vida que nos muestran lo más importante: la belleza que supone haber superado adversidades, nos muestran el coraje y la fortaleza de personas resilientes, optimistas, capaces, creativas que viven un continuo Adviento. Y lo más importante: que persiguen sus sueños y los hacen realidad.