Madrid, 12 de junio de 2013 (IVICON).- “Alabemos a Dios, que es admirable siempre en sus santos”. Con estas palabras inició el arzobispo de Sevilla, mons. Juan José Asenjo, la sesión de apertura del proceso diocesano de la causa de beatificación y canonización de Madre Belén (María Dolores Romero Algarín), religiosa de las Esclavas del Divino Corazón. El acto se celebró en la Capilla del Colegio que este instituto religioso tiene en la capital andaluza.
La sesión se inició con la lectura que el postulador de la causa, Teodoro León, hizo de la biografía de la sierva de Dios. Posteriormente, el secretario general de la Archidiócesis, Francisco Román, hizo lo propio con el decreto de introducción de la causa, y el nombramiento de los cargos que intervendrán en la instrucción de esta causa diocesana. El Colegio de las Esclavas del Divino Corazón en Sevilla es el lugar designado para la ejecución de las pruebas que se precisen.
Francisco Román levantó acta de la sesión de apertura, y cerró la inauguración del proceso el arzobispo, que glosó la importancia de los santos y beatos: “son el mayor tesoro de la Iglesia, y merecen ser calificados como sus mejores hijos”, subrayó. En esta línea, mons. Asenjo hizo hincapié en la trascendencia de actos como el celebrado esta tarde en el contexto social actual, “caracterizado por una tenaz e intensa secularización”. El prelado reafirmó la necesidad de “no esconder debajo del celemín este rico patrimonio” y de “dar a conocer la vida de los santos”, sobre todo teniendo como primeros destinatarios a los niños y jóvenes.
Más adelante, mons. Asenjo destacó la riqueza que la Archidiócesis de Sevilla tiene en su santoral: “me parece prudente señalar que los santos y beatos sevillanos son el más grande y genuino patrimonio de la ciudad y la Iglesia de Sevilla, incluso –añadió- desde una perspectiva solamente civil”. “Los santos pueden suponer un motivo de interrogación para los que no creen o se han alejado”, destacó.
Finalizó su intervención felicitando a las religiosas, familiares de la sierva de Dios y personas vinculadas con el instituto religioso, por el inicio de una causa que deseó que fuera “un acontecimiento de gracia, una pascua para la congregación”. Se dirigió de forma especial a Concepción Montoto, religiosa archivera: “que Dios le pague sus trabajos y amor a las raíces históricas de su instituto”, concluyó.
En la capilla, llena para la ocasión, se encontraban la madre general de la congregación, Rosario Fernández; así como la provincial de las zonas Norte y Sur, Encarnación Corral y Cinta Bayo, respectivamente.